La noche del 13 de julio de 2025 quedará grabada en la memoria de los aficionados al fútbol: el Chelsea conquistó el Mundial de Clubes tras superar con contundencia 3-0 al Paris Saint-Germain en una final vibrante disputada en el MetLife Stadium de Nueva Jersey.
Desde el silbatazo inicial, el Chelsea impuso su ritmo. Apenas transcurrían 21 minutos cuando Cole Palmer, el joven talento inglés, rompió el cero con un zurdazo preciso al poste derecho de Donnarumma. El estadio estalló en júbilo azul y el PSG, atónito, buscaba respuestas ante la intensidad londinense.
El dominio del Chelsea no se detuvo. Al minuto 29, Palmer volvió a aparecer: tras una jugada individual en la frontal del área, repitió la dosis con otro zurdazo imposible para el arquero parisino. El 2-0 encendió aún más a los aficionados ingleses y puso contra las cuerdas al conjunto de Luis Enrique.
El golpe definitivo llegó justo antes del descanso. Corría el minuto 44 cuando Palmer, en estado de gracia, filtró un pase milimétrico a João Pedro, quien definió con frialdad para sentenciar la final. El 3-0 era una realidad y el Chelsea ya saboreaba la gloria mundial.
En la segunda mitad, el PSG intentó reaccionar, pero se topó con un Chelsea sólido en defensa y un Robert Sánchez seguro bajo los tres palos. Cada intento parisino fue neutralizado por la disciplina táctica de los blues, que jamás cedieron el control del partido.
La noche fue, sin duda, de Cole Palmer: dos goles, una asistencia y el reconocimiento unánime como MVP de la final. Con solo 23 años, Palmer lideró a un Chelsea que sumó su segundo título mundial de clubes, consolidando su lugar entre los grandes del fútbol internacional.

Frente a más de 82,000 espectadores, el Chelsea levantó el trofeo y celebró una victoria histórica, producto del trabajo en equipo, la táctica de Enzo Maresca y el talento de una generación que promete seguir brillando en la élite del fútbol mundial1.

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