La reunión entre Xi Jinping y Donald Trump en Corea del Sur, celebrada en la ciudad portuaria de Busan en la base aérea de Gimhae, marcó un evento histórico que tuvo lugar en las últimas horas del 29 de octubre de 2025. Fue la primera vez que ambos líderes se encontraron cara a cara desde el regreso de Trump a la presidencia de Estados Unidos, en un contexto de tensiones comerciales y geopolíticas que han marcado sus relaciones durante meses.

El encuentro comenzó pasadas las 11:00 hora local, con un saludo amistoso y un apretón de manos que simbolizó el inicio de un diálogo que varios observadores internacionales calificaron como crucial para estabilizar la relación entre las dos mayores economías del mundo.

Trump expresó con tono halagador que era un honor estar con «su amigo» Xi, destacando que esperan mantener una relación fantástica a largo plazo. Xi, por su parte, recordó que han mantenido contacto frecuente mediante llamadas telefónicas y cartas desde la reelección de Trump y resaltó que, aunque haya diferencias, es normal que existan ciertas fricciones entre dos grandes potencias.

El eje central de la reunión se centró en aliviar la guerra comercial que Washington y Pekín han protagonizado, basada en la imposición de aranceles, restricciones a las exportaciones y sanciones que afectan desde la alta tecnología hasta sectores estratégicos como los semiconductores y el transporte marítimo. Trump mostró apertura a un acuerdo comercial que permita superar la confrontación, mientras Xi enfatizó la importancia de mantener un diálogo constructivo para asegurar un rumbo estable en las relaciones bilaterales.

Durante la reunión, se alcanzaron avances significativos en varias áreas clave, entre ellas la reducción de aranceles y el fin del bloqueo estadounidense sobre las importaciones de tierras raras chinas, un movimiento que tiene gran impacto en sectores tecnológicos a nivel global.

También se discutió una colaboración ampliada en la lucha contra las drogas, específicamente el tráfico de fentanilo, un problema que ha sido un punto crítico entre ambos países. No obstante, no se firmaron acuerdos formales en el encuentro, que duró poco más de hora y media, quedando abierta la posibilidad a futuras negociaciones.

Un tema de fuerte tensión durante la cumbre fue la presión de Estados Unidos para que China reduzca su compra de petróleo a Rusia, contexto agravado por recientes anuncios de Estados Unidos sobre la reactivación de pruebas nucleares en respuesta a avances militares rusos. Este punto generó fricciones, pero ambos líderes coincidieron en que, pese a las diferencias, el mantenimiento del diálogo es esencial.
La reunión contó con un alto despliegue de seguridad y, a diferencia de otras ocasiones, no hubo declaraciones conjuntas de los delegados tras la cita, aunque Trump calificó el encuentro como un «gran éxito» y reconoció a Xi como un «duro negociador». Por su parte, Pekín manifestó satisfacción con que la reunión brindara nuevas directrices para un desarrollo estable y positivo en las relaciones bilaterales, dejando un signo de distensión diplomática esperanzadora.

En resumen, este encuentro en Corea del Sur representa un paso decisivo para canalizar la prolongada disputa económica y política entre Estados Unidos y China, con la esperanza de poner fin a la volatilidad que estos conflictos provocan en la economía global y reforzar la cooperación estratégica, aunque con la consciencia compartida de que quedan importantes desafíos por resolver en el futuro próximo.






















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