Manuel “Mel” Zelaya, coordinador de Libre, reconoció que el partido Libertad y Refundación no ganó las elecciones del 30 de noviembre y afirmó que, según el conteo acta por acta realizado por la organización, el ganador presidencial es Salvador Nasralla.
Zelaya publicó un mensaje en redes en el que explicó que, tras consultar con la candidata Rixi Moncada y revisar el conteo nacional de actas de Libre, “acta x acta quien gana la presidencia es Salvador Alejandro César Nasralla Salum”, expresando así la aceptación tácita de la derrota de su fuerza política.
Al mismo tiempo, Zelaya rehusó reconocer la validez del proceso completo y denunció lo que calificó como “terrorismo electoral” y manipulación del TREP, motivando su demanda de que las elecciones sean declaradas nulas.
El reconocimiento de Zelaya provocó reacciones en la clase política y en otros dirigentes de Libre, generando un debate sobre si el gesto busca mayor transparencia o es una maniobra táctica para reposicionar al partido frente a protestas y acciones legales.
La presidenta Xiomara Castro y otros líderes de Libre mantuvieron sus cuestionamientos sobre irregularidades del proceso, anunciando además la intención de presentar denuncias ante organismos internacionales por presunta adulteración y coacción electoral.
Zelaya y dirigentes de Libre sostienen que hubo interferencias —entre ellas, manipulación del TREP y mensajes internacionales que alteraron la intención de voto— y afirman contar con audios que, según ellos, prueban un “golpe electoral en marcha”; por ello exigen la nulidad del proceso pese al reconocimiento acta por acta.
Ese enfoque combina el reconocimiento del resultado según el conteo partidario con la demanda de invalidar las elecciones por vicios que, según sus líderes, afectan la legitimidad del triunfo.
Que el coordinador de Libre admita que su partido no ganó puede presionar al Consejo Nacional Electoral para acelerar la verificación definitiva de actas y a la comunidad internacional a intensificar la observación y el llamado a resoluciones transparentes; al mismo tiempo, la insistencia en la nulidad indica que la disputa legal y política probablemente continuará.
Diversos analistas y medios interpretan el movimiento como un giro relevante que no cierra la crisis postelectoral, pues las impugnaciones formales y la movilización social anunciada por sectores del partido permanecen en pie.














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