El martes 13 de mayo de 2025, Uruguay y América Latina despidieron a José «Pepe» Mujica, expresidente uruguayo, referente de la izquierda y figura emblemática de la política latinoamericana. Mujica falleció a los 89 años en su chacra de Rincón del Cerro, en las afueras de Montevideo, acompañado por su esposa, la exvicepresidenta Lucía Topolansky. La noticia fue confirmada por la médica personal de Mujica, Raquel Pannone, a las 16 horas, y rápidamente comunicada al país por el presidente Yamandú Orsi.
Una vida marcada por la lucha y la sencillez
Nacido en 1935 en el barrio Paso de la Arena, Mujica tuvo una infancia humilde y desde joven se involucró en la militancia social. En los años 60 se sumó al Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, participando activamente en la guerrilla urbana contra la dictadura militar. Fue encarcelado en varias ocasiones, sufrió torturas y pasó más de una década en prisión, incluyendo largos periodos de aislamiento extremo.
Tras recuperar la libertad con el retorno de la democracia, Mujica se volcó a la política institucional. Fue electo diputado en 1994, senador en 1999 y, finalmente, presidente de Uruguay entre 2010 y 2015, tras obtener casi el 55% de los votos. Durante su mandato, se destacó por su estilo austero y directo, renunciando a gran parte de su salario y viviendo en su modesta chacra, lejos de los lujos del poder.
El legado de un presidente diferente
Mujica fue recordado por su coherencia y sencillez, tanto en el discurso como en la acción. Promovió políticas progresistas, defendió la integración latinoamericana y se mantuvo cercano a la ciudadanía. Su vida y obra trascendieron fronteras, convirtiéndose en un referente internacional de la humildad y el compromiso social.
En sus últimos años, Mujica enfrentó una larga batalla contra el cáncer, enfermedad que le fue diagnosticada en 2024 y que, tras extenderse, lo llevó a retirarse de la vida pública. “Me dediqué a cambiar el mundo y no cambié un carajo, pero estuve entretenido y le di un sentido a mi vida. Moriré feliz”, declaró en una de sus últimas entrevistas, reflejando su característico sentido del humor y su visión filosófica de la vida.
Reacciones y homenajes
El fallecimiento de Mujica generó una ola de reacciones en América Latina y el mundo. Líderes como Gabriel Boric (Chile), Claudia Sheinbaum (México) y Gustavo Petro (Colombia) expresaron su pesar y destacaron el legado de Mujica como ejemplo de sabiduría, humildad y lucha por la justicia social. En Uruguay, la sede de la Presidencia y las calles de Montevideo se convirtieron en escenarios de homenaje, con un cortejo fúnebre que recorrió lugares emblemáticos de su vida política.
El último adiós
El cortejo fúnebre de Mujica inició el miércoles 14 de mayo desde la Torre Ejecutiva, sede del gobierno uruguayo, recorriendo avenidas y sitios ligados a su trayectoria. El país le rindió honores de jefe de Estado, despidiendo a un hombre que marcó la historia reciente de Uruguay y cuya figura seguirá inspirando a generaciones futuras.
José Mujica pidió descansar en su chacra, “debajo de la secuoya grandota”, como él mismo expresó. Así, el “revolucionario tranquilo” se despidió fiel a sus principios: sobriedad, humildad y amor por su pueblo.
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