Por Yang Yanfei, Diario del Pueblo
En el Instituto del Horno Imperial de Jingdezhen, en la provincia de Jiangxi, al este de China, un amplio “banco de genes” de cerámica antigua está revelando los códigos tecnológicos y culturales de la producción de porcelana china. Dentro de la instalación, filas de cajones transparentes ocupan elegantes gabinetes de hierro gris, cada uno con muestras cerámicas que abarcan desde el final de la dinastía Tang (618-907) hasta la República de China (1912-1949). Cerca de allí, robots trabajan de forma constante, fabricando nuevas muestras cerámicas para investigaciones en curso.
“Este banco de genes cerámicos es algo con lo que los arqueólogos solo podían soñar”, dijo Weng Yanjun, director del Instituto del Horno Imperial de Jingdezhen, quien explicó que, en el pasado, la identificación y autenticación de artefactos dependía en gran medida de la intuición y experiencia de los expertos.

La creación del banco ha transformado por completo este proceso, permitiendo un repositorio estandarizado de muestras y un sistema de datos unificado que respalda la autenticación científica y la investigación académica.
Reconocida como la antigua capital de la porcelana china, Jingdezhen posee un extraordinario patrimonio cerámico. Desde finales de la década de 1970, el instituto —antes llamado Instituto de Arqueología Cerámica de Jingdezhen— ha desenterrado más de 20 millones de restos de hornos gracias a continuos esfuerzos arqueológicos. Entre ellos se encuentran grandes cantidades de fragmentos de porcelana imperial de las dinastías Ming y Qing (1368-1911), caracterizados por contextos de excavación meticulosamente documentados y una amplia diversidad tipológica, pilares que sustentan la autoridad del banco de datos.
En junio de 2022, el instituto colaboró con la Universidad Tsinghua, el Museo del Palacio en Pekín y el Instituto de Cerámica de Shanghái de la Academia China de Ciencias para crear muestras cerámicas estandarizadas y una base de datos construida con grafos de conocimiento.
“Hemos creado modelos digitales 3D de muestras representativas junto a sus formas reconstruidas, incorporando registros arqueológicos, datos físicos, informes de conservación y resultados analíticos”, explicó Weng.

Sosteniendo un fragmento de un cuenco de celadón de la dinastía Tang tardía, Weng demostró cómo escanear un simple código QR brinda información completa, incluyendo forma, composición de la arcilla, esmalte, decoración y dimensiones. Hasta ahora se han digitalizado más de 3,000 muestras seleccionadas, generando casi 1.2 millones de datos cerámicos individuales.
“El objetivo del banco de genes es aprovechar la ciencia y la tecnología para descifrar el conocimiento incorporado en la cerámica antigua y aplicarlo a la innovación moderna”, dijo Weng. El banco cumple hoy múltiples funciones: facilita la reconstrucción histórica, la recuperación de técnicas tradicionales, la autenticación de artefactos, el turismo cultural y el intercambio cultural internacional.
Recientemente, un coleccionista neerlandés de cerámica consultó el banco para identificar un plato de porcelana con diseño de dragón que había adquirido años atrás. A pesar de extensas pruebas realizadas en laboratorios europeos, el origen de la pieza seguía sin resolverse.
“Seleccionamos 17 muestras comparativas que abarcaban desde el periodo Xuande de los Ming hasta el periodo Guangxu de los Qing”, recordó Weng. El análisis reveló que la pieza provenía de un horno popular de finales de la dinastía Qing, una conclusión posible gracias a lo que Weng comparó con una “prueba de ADN de la porcelana”.

En colaboración con la Universidad de Pekín, el instituto también realizó investigaciones avanzadas sobre la porcelana azul y blanca de las dinastías Yuan y Qing (1271-1911). Gracias a análisis a escala submicrónica, los investigadores confirmaron la coexistencia de materias primas importadas y domésticas a partir del periodo Xuande, un avance importante para los estudios cerámicos.
Además, los datos del banco han permitido la reproducción fiel de piezas icónicas, como la taza azul y blanca con asa de aro del periodo Yongle de los Ming, gracias a información detallada sobre su forma, ornamentación, composición del esmalte y estilos de inscripción. “Recrear técnicas antiguas de porcelana solo es posible con una base sólida de datos”, subrayó Weng.
Para promover las industrias creativas, el instituto ha publicado datos de acceso abierto sobre artefactos como el “Ducktor Sui”, un quemador de incienso con forma de pato creado en la dinastía Ming. A partir de sus atributos estructurales y químicos, se ha desarrollado una variedad de productos culturales innovadores que ha recibido gran reconocimiento.
“Al abrir el acceso al banco de genes, fomentamos la participación del público y apoyamos la transformación creativa de la cultura tradicional”, concluyó Weng. “Al hacerlo, damos nueva vida al arte eterno de la porcelana china”.






















Deja una respuesta